Es un pecado mirarte
Te acercas cual perfumista,
derrochando muchos aromas,
describes con tu mirada,
la aventura deseada.
El roce de tus manos
es sobrehumano,
quema la piel,
y el sudor sabe a miel.
Recorriendo los cuerpos
y saciando la sed,
en el frenesí,
de un clímax febril.
Hasta que un día
te vas, para continuar,
amando lo propio
y lo ajeno también.
En la soledad
de alguna alcoba,
te esperan ansiosas
y tu las devoras.
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